Se acerca el día de la fiesta regional, una fecha que conmemora la derrota de los comuneros en Villalar el 23 de abril de 1521. Todo un símbolo que concentra numerosos sentimientos en Castilla y León por lo que significó esa derrota y la aparente apatía de nuestra tierra desde entonces.
Pero más allá del significado poético e identitario que le damos ahora, hay una magnífica historia de idas y venidas de dos bandos, los realistas y el de las comunidades, que utilizaron buena parte de las villas de la meseta castellana como su escenario de batalla y represalias. Pues repasar la historia de la Guerra de la Comunidades de Castilla significa dar un viaje por el mapa político de entonces y del que todavía quedan numerosas huellas que se plasman en sus monumentos y calles.
Por eso, te invitamos a conocer algunas de las localidades que tomaron protagonismo en este histórico acontecimiento:
El Incendio de Medina del Campo, la chispa del conflicto
La codiciada artillería situada en Medina del Campo fue el objeto que marcó un punto de inflexión en la Guerra de las Comunidades en el verano de 1520. Pues fue, tras la revuelta de Segovia, cuando el bando realista planteó utilizar el armamento situado en Medina del Campo para asediar la ciudad. Pero las milicias reales se enfrentaron a una gran oposición de los medinenses que intuían que se iba a utilizar contra Segovia. Ante esta oposición y como medida de distracción se provocó un incendio que destruyó buena parte de la villa. Una muy controvertida medida que no surtió efecto y que culminó con la retirada de las tropas realistas.
Esta resistencia y el incendio consiguiente provocaron que el feudo de la ciudad de Valladolid, que se había mantenido al margen hasta ese momento, se pasara al bando de las Comunidades, tomando el conflicto mayores dimensiones.
Hoy, darse un paseo por las calles de esta villa, significa viajar al pasado cuando esta ciudad era uno de las principales plazas comerciales y financieras de Europa. De sus edificios históricos destacan el Castillo de la Mota, una inexpugnable fortaleza construida con el característico ladrillo rojizo de la zona y declarado Bien de Interés Cultural, y la Colegiata de San Antolín de estilo gótico y situada en la simbólica plaza mayor de la localidad.
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Coca y Alaejos, la venganza de los comuneros
Como represalia al incendio de Medina del Campo, las tropas comuneras decidieron atacar el Castillo de Coca, propiedad del supuesto autor de las llamas, Antonio de Fonseca. Pero, ante la imposibilidad de asaltar un castillo muy bien defendido, destruyeron la cercana fortaleza de Alaejos.
De este último castillo apenas quedan restos en la actualidad, pero eso no quita de conocer la localidad vallisoletana de Alaejos, ni sus dos bellas iglesias de estilo mudéjar-renacentista, prácticamente gemelas, cuyas torres señalan desde lo lejos el lugar donde se asienta el pueblo. Las dos están declaradas Monumentos Histórico Artístico, y son solo una excusa más para descubrir su historia y rica gastronomía, con un vocabulario propio, como son los “arrastraos”, tortas hechas de masa y chicharrones, o las “cagadas de gato”.
Del pueblo segoviano de Coca y de su castillo poco hay que decir, más que obliga una parada en la visita por las tierras castellanas, con un castillo hecho en su mayor parte de ladrillo, de estilo mudéjar y gótico y declarado Monumento Nacional. Del pueblo, destacan los restos de la muralla medieval que lo rodeaba o la torre de San Nicolás, que es lo único que queda de la iglesia más antigua de Coca y también declarada Monumento Nacional.
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Las dos sedes: Tordesillas y Medina de Rioseco
Después de estos acontecimientos el ejército comunero arribó y se asentó en Tordesillas, para entrevistarse con la reina Juana y declararla reina. Por otro lado, el bando realista se consiguió establecer en la Villa del Almirante de Castilla: Medina de Rioseco. Así pues, a finales de noviembre de 1520, ambos ejércitos tomaban posiciones entre las dos villas haciendo inevitable el enfrentamiento, que afectaría a los pueblos situados en este territorio comanche.
Tordesillas, es epicentro de la historia medieval y moderna de España, con la imprenta de su nombre en el Tratado entre Portugal y España, que dividió el continente americano y dio origen a países como Brasil. Un pasado glorioso que se percibe en sus calles y monumentos, entre los que destacan el Real Monasterio de Santa Clara (lugar de residencia de la Reina Juana) o el puente medieval sobre el río Duero.
De la Ciudad del Almirante, una de las capitales de la comarca de Tierra de Campos, hay que destacar su patrimonio religioso, tanto en edificaciones como en escultura, con Iglesias como la de Santa María de Mediavilla de estilo gótico-renacentista y su preciosa Capilla de los Benavente, sin olvidar su Semana Santa declarada de Interés Turístico Internacional.
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Torrelobatón, el último cuartel
Después de varias derrotas de los Comuneros, como la pérdida de Tordesillas y Burgos, el ejército se decidió por atacar el fuerte de Torrelobatón para insuflar la moral de las tropas y de todo el movimiento. Esta villa situada en los Montes Torozos, era una excelente base para emprender acciones militares al estar a medio camino entre Tordesillas y Medina del Campo. La batalla y el asedio a la localidad culminó con una victoria del bando comunero
Una gesta que para su desgracia fue la última, pues después de salir de Torrelobatón en busca de refuerzos en la localidad de Toro, tras varias deserciones, el ejército fue sorprendido en un día muy lluvioso por las tropas realistas en el campo de Villalar, donde libraron su última y definitiva batalla.
Así, el Castillo de Torrelobatón se ha convertido también en un símbolo, por ser el último brote de esperanza de las aspiraciones comuneras. Por eso, hoy, esta fortaleza, de las mejor conservadas de la provincia de Valladolid, alberga el Centro de Interpretación de las Comunidades.
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Otras localidades que visitar en la Ruta de los Comuneros
Todos estos lugares citados, son solo una pequeña parte de la historia y villas por las que pasaron los dos bandos de la guerra. Como fue Peñaflor de Hornija, donde se instalaron las tropas realistas antes de partir para Villalar, o Trigueros del Valle donde previamente se reagrupó el ejército de los comuneros, para después ocupar Torremormojón y Ampudia, los dos, pueblos de la provincia de Palencia.
Si quieres conocer más en profundidad la historia o los sentimientos que ahora florecen de estos acontecimientos estate atento a nuestras publicaciones de mañana ;)
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