Liliana López es una mujer argentina que tiene el sueño de visitar el municipio vallisoletano donde vivieron sus abuelos. A través de esta web -y otros medios- se informa de las novedades de la provincia
Becilla de Valderaduey es un pequeño municipio de Valladolid que presume de ser la única localidad del norte de la provincia vallisoletana que es cruce de caminos de dos carreteras nacionales. La ciudad argentina de Rosario, a miles de kilómetros del río Valderaduey sobre el que se sitúa el pueblo, forma parte de la provincia de Santa Fe. Allí vive Liliana López desde hace cincuenta y ocho años, desde que la tercera ciudad más poblada de Argentina la viera nacer.
Pero una parte de su historia nació a orillas de ese río y a pesar de que ella no haya visitado España, forma parte de su vida. Y es que se puede querer lo que no ves, la tierra que nunca has pisado pero que sientes como tuya. O las personas a las que no has abrazado pero que sientes al lado. Sí, se puede.
Sus abuelos maternos nacieron en Becilla de Valderaduey, quienes a través de sus relatos le enseñaron a querer a su tan añorada tierra. Maximino del Agua Calderón y Robustiana Ortega Pita eran dos de los habitantes de los cerca de mil que, por aquella época, aparecían en el censo del pueblo. “Becilla para ellos era un pequeño pueblo, de gente muy trabajadora, dedicada al campo”, explica Liliana. Su abuelo trabajaba en la quesería de una hermana mientras que su abuela lo hacía en el campo.
La solidaridad de sus habitantes, sus tradiciones religiosas o las fiestas patronales del pueblo, las de San Isidro, forman parte de los recuerdos que sus abuelos quisieron transmitir a sus generaciones. “Nos hablaron de las comidas, tan recordadas”, recuerda, “o de los juegos de niños detrás de la Iglesia donde mi abuelo fue monaguillo”. Algo que ha hecho que Liliana se haya planteado poner rumbo a la provincia vallisoletana para conocer en primera persona un lugar que conoce desde la distancia. Con la nacionalidad española desde hace tres años, conocer la tierra de sus abuelos sería “cumplir un sueño” que ellos tuvieron de regresar alguna vez.
Y es que, en una época agitada en España, tuvieron que partir desde Vigo por el año 1927 hasta el lugar donde hoy Liliana escribe. Con gente como Esteban Burgos o Rosa González, y este medio, reduce los kilómetros que le separan de Becilla. El primero de ellos creó una página en Facebook gracias a la cual pudo conocer familiares de sus abuelos. Rosa González, fotógrafa, ayuda a Liliana a estar informada acerca de las novedades del municipio. “Son personas que con total cariño, reflejan pasión en lo que hacen”.
Y es que, ellos como nosotros, compartimos la pasión por la tierra de Delibes. Aunque lejos, cree que el municipio mantiene todavía las características de todos los pueblos pero que tendrían que generar otras fuentes de trabajo y así lograr que la juventud se quede más en esos lugares. “Ellos son el futuro de un pueblo, sin embargo, estamos siempre sujetos a las decisiones políticas”.
El paso del tiempo arrasa con todo, excepto con nuestros recuerdos. Ella conserva con nostalgia las fotografías de sus abuelos, los documentos originales que escribieron de su puño y letra durante la época en la que formaron parte de la historia de Becilla de Valderaduey. “Lamentablemente, aquí sufrimos varias inundaciones que destruyeron muchos recuerdos”, lamenta. Pero mientras las historias permanezcan en la memoria, seguiremos conservando algo único e imborrable al paso del tiempo.
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