¿Se puede apreciar lo que no se conoce? La respuesta a esta pregunta la tenía muy clara María Pilar Valderas Sastre, una vecina de la localidad zamorana de Villaveza del Agua que recientemente ha puesto en marcha una ruta urbana para dar a conocer, para que así se puedan apreciar, los palomares que conserva este municipio ubicado a 16 kilómetros de Benavente.
“Los palomares forman parte de nuestro patrimonio cultural rural y tenemos el deber de conservarlos para la siguiente generación”, señala la creadora de esta iniciativa que surge como respuesta al hecho del desconocimiento del patrimonio en barro de su pueblo. “A raíz de mi participación en un curso sobre recuperación de chozos de pastores en Urueña vi que en Villaveza contábamos con edificios que también merecían ser conocidos y conservados, y eran los palomares”.
De esta forma nace esta ruta urbana por los nueve palomares que se ubican en el pueblo, aunque actualmente ninguno está en explotación. Hay que recordar que los palomares han sido una fuente de alimentación muy importante en tiempos de escasez. La primera referencia que existe sobre los palomares de Villaveza se encuentra en las respuestas generales al interrogatorio del Catastro de Ensenada de 1743 en dónde se indica que:
“Este pueblo se compone de cincuenta y tres casas habitables y otra casa cerrada, dieciséis paneras, cinco palomares y catorce solares y un establo”.
La información sobre las características de los palomares procede de un trabajo de SOS Palomares en el que estudian siete edificios destinados a palomares (Más información). En el recorrido de María Pilar Valderas hay nueve dentro del pueblo y uno más en las tierras de labor. “La descripción y características también habían sido estudiadas y catalogados por el grupo SOS Palomares, el valor añadido es el diseño de un recorrido urbano que conecte todo esto”, señala.
Precisamente, el recorrido de esta ruta circular comienza en el pabellón municipal, donde se puede dejar el coche y comenzar desde allí el paseo que dura una hora aproximadamente. En primer lugar encontramos el palomar de Nides, de planta cuadrada y cubierta a dos aguas con escalonamiento. El hueco de acceso peatonal se encuentra ligeramente desviado del eje de simetría, y su puerta, que en origen debió de ser en madera, ha sido sustituida por una de chapa, según la información de SOS Palomares. El segundo es el de Sr. Ángel, un palomar de planta cuadrada que lamentablemente se encuentra en estado de ruina.
Situado a las afueras del pueblo, en lo alto de una ladera que domina el valle del Esla, se ubica el palomar de Timia, que fue restaurado en 1956. Es de planta cuadrada y cubierta a cuatro aguas. Se caracteriza por un volumen central a modo de linterna que se remata con una balaustrada de ladrillos que sirve a la vez de apoyo para las aves. Posee cuatro pináculos en las esquinas y una de mayor tamaño en el centro del edificio.
El recorrido continúa hasta el palomar de Emilio Álvarez, escondido junto a una era que tiene acceso desde la calle Palomares. Sus muros han sido revestidos de mortero imitando el tapial y se coronan por un curioso remate a modo de balaustrada, que se forma por la combinación de tejas y ladrillos y que sirve a su vez de apoyo para las aves y de remate ornamental. “Unas curiosas réplicas de paloma descansan sobre este remate y engañan al ojo haciéndonos creer lo que no es”, señalan desde SOSPalomares.
Muy próximo a este se encuentra el palomar de Manuel Álvarez, de planta rectangular pero en estado de ruina al igual que el palomar de Lorencito. Previamente los visitantes también podrán ver el palomar de Vítor.
Continuando la ruta llegaremos al palomar del Sr. Emilio Prieto, situado junto a la N-630. “Sus muros se encuentran en bastante buen estado peso a que el encalado que los recubre tiene algún desprendimiento”, apuntan desde SOS Palomares. La ruta termina en el palomar de Labra, situado a la salida del pueblo en la carretera dirección a Santovenia. Es de planta cuadrada y grandes dimensiones y destaca el trabajo de crestería de ladrillo y su buen estado de conservación.
“Las personas que han hecho el recorrido me dicen que no sabían de la existencia de tantos palomares, algunos en ruinas y otros muy bonitos”, señala. Al ser un recorrido circular se transita por calles y caminos desde los que se puede apreciar el paisaje verde de la Vega y las arboledas de la ribera del Esla y los campos amarillos del cereal, según apunta.
Para el diseño y difusión de la ruta, María Pilar Valderas Sastre no ha contado con ayuda institucional. “Es una labor personal y la edición de los ejemplares impresos de la ruta ha sido a mi cargo. Los folletos se repartieron al bar y a la casa rural Vega del Esla de Villaveza”. En este sentido y con el folleto diseñado es fácil seguir la ruta ya que además se han incluido los textos con las características de cada palomar. Se han organizado varios paseos guiados para testar el recorrido y los tiempos. Por ello si alguna persona está interesada en hacer la ruta los fines de semana pueden escribir un correo a tesorodevillaveza@gmail.com
Para poder apreciar lo que tenemos está claro que es necesario conocerlo. Iniciativas como la impulsada por esta vecina de Villaveza del Agua contribuyen a este objetivo que, desde luego, necesita del firme apoyo de las administraciones.
Qué ver cerca de Villaveza del Agua
Monasterio de Santa María de Moreruela. y Granja de Moreruela.
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