top of page
  • Foto del escritorNoelia Tadeo

Entre el Camino de Santiago y las motos, Villalcázar de Sirga

Alguien dijo alguna vez que las buenas esencias vienen en un frasco pequeño. No solo este paraje es pequeño, sino que alberga un corazón artístico. En el centro de la provincia Palentina encontramos un pueblo con un nombre a medio camino entre el español y el árabe. ¿No sabes de qué hablo? Bien, se trata de Villalcázar de Sirga, cuyo nombre proviene de la palabra española “villa” y del árabe “quars”, que significa fortaleza. Su segundo nombre, Sirga, se refiere al viejo camino francés.

Foto: web Ayuntamiento Villalcázar de Sirga

Villalcázar es atravesada por el Camino de Santiago, aunque debe su fama a los milagros atribuidos por los peregrino a la imagen de Santa María la Blanca. La monumental iglesia del siglo XIII, conocida como la “Capilla Sixtina del románico ojival”, está consagrada a esta santa y es la única en Palencia encomendada a la Orden del Temple. En su interior alberga diversas imágenes, como la Virgen de las Cántigas, los sepulcros en piedra policromada del infante Don Felipe y su esposa y un retablo hispano-flamenco datado hacia 1500.


Además de su patrimonio artístico y el paso de un tramo del Camino de Santiago, conforma la última fase de la “Ruta a dos ruedas”. Se trata de una propuesta de Turismo Castilla y León que consiste en realizar un recorrido de tres etapas en moto.


La villa perteneció a la orden del Temple y su importancia debió de ser destacada debido a varios símbolos hallados. Se sabe que estuvo fortificada, pues aún se conservan restos de almenas y un cubo volado. La poderosa Orden de los Caballeros Templarios y la Orden de Santiago estuvieron presentes en la población.


A mediados del siglo XIV el pueblo ya contaba con tres iglesias en honor a San Pedro, Santa Marta y San Cebrián. La actual parroquia y la ermita de Nuestra Señora del Río, del siglo XVII, también estuvieron bajo la advocación de Santa Marta, cuyos milagros se convirtieron en famosos en la Edad Media. Además, estas proezas aparecen en las Cantigas de Alfonso X el Sabio.


La época de esplendo se sitúa a finales del siglo XVI, cuando la villa contaba con 1100 habitantes, pero a día de hoy ronda los 200. Es un hecho que afecta a toda la población palentina, pues cada vez los pueblos cuentan con un número menor de residentes. Aunque durante los periodos de vacaciones se acreciente.


En el año 2011 se hallaron diez cantorales y un breviario, datados en los siglos XVI y XVIII, en una alacena empotrada en los muros de la capilla de Santiago, en la iglesia de Santa María la Blanca. El descubrimiento conforma la existencia de una tradición festiva litúrgica de hace 500 años. La ubicación de los cantorales ha sido propicia, pues cuentan con una conservación casi completa.



El delegado diocesano de Patrimonio, José Luis Calvo calificaba el hallazgo como “muy valioso”. Además aseguraba, aunque sin poder cuantificarse económicamente, que “el valor patrimonial es grandísimo”. Asimismo, todo ello se suma al conjunto arquitectónico extraordinario de Villasirga.


No podemos pasar sin nombrar el resto de sus monumentos, como el Palomar del Camino que conforma un museo y el Hospital de Santiago, donde se conservan restos del antiguo hospital. Además, encontramos el Palacio de los Condes de Villasirga del siglo XVIII, hoy convertido en la casa consistorial y con motivos góticos en su fachada.


Ahora en primavera comienza la temporada de fiestas y tradiciones para los alcazareños. Las fiestas patronales se celebran en abril y en mayo. El 28 de abril se honra a San Fructuoso y el 26 de mayo a la Virgen Santa María. Durante el mes de junio, exactamente el día 16, se vuelve a honrar a la patrona de la localidad.


Para despedir la visita con el estómago lleno se puede pasar por los dos mesones más famosos de la localidad, El Mesón de Villasirga y el Mesón de los Templarios. Ambos ofrecen las mejores viandas castellanas para saciar nuestra hambre


bottom of page