Rapariegos es un pueblo afortunado. De ello pueden presumir los 208 habitantes censados en esta localidad segoviana, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2020.
Quizás la suerte más conocida es la que les llevó a salir hasta en tres ocasiones en los medios de comunicación -incluso a nivel nacional- ya que primero tocó la Lotería del Niño, luego el cupón de la ONCE y en 2017 su único bar repartió más de dos millones de euros con el Sorteo extraordinario del Día del Padre de la Lotería Nacional.
Pero si por algo es realmente -y también triplemente- afortunado Rapariegos es por su rico patrimonio histórico conformado por el Real Convento de Santa Clara, la ermita del Santo Cristo de la Moralejilla y la iglesia de San Pedro. Una trilogía que embellece un pueblo que, además, tiene la fortuna de estar situado prácticamente a la misma distancia de tres provincias: Segovia, Valladolid y Ávila. Precisamente de esta última provincia únicamente le separan siete kilómetros de Arévalo, la capital de La Moraña.
Saliendo precisamente de este último punto y cogiendo la carrera SG-411, que conecta Rapariegos con la N-601 y que también conduce a la A-6, se puede contemplar la ermita del Santo Cristo de la Moralejilla situada en medio de una extensa llanura. Esta joya del románico y del mudéjar fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1994.
Desde el punto de vista histórico se conoce que fue la iglesia de una desaparecida aldea llamada Moraleja de Santa Cruz. Si uno se para a contemplar esta edificación (siglos XVII-XVIII) ya se puede hacer una idea de lo singular de esta ermita, con un tamaño que excede del habitual, y que cuenta con tres naves y tres ábsides. En su interior (que sorprende al visitante) observamos que su planta es basilical en forma de cruz latina.
Destaca también el convento de Santa Clara de Asís, fundado en el siglo XIII, y que lamentablemente sufrió un incendio en 1750 que solo dejó en pie la iglesia. El estado actual de su construcción parte de la reedificación del segundo incendio, sufrido tan solo cinco años más tarde. También se produjeron saqueos a principios del XIX en la Guerra de la Independencia y con la desamortización.
La tercera y última joya del patrimonio de Rapariegos es la iglesia parroquial de San Pedro, enclavada en el centro del municipio. Su ancha torre, además del campanario que puede presumir de ser el más ancho de Castilla y León y uno de los más grandes de Europa, es visible desde prácticamente todo el municipio. El templo, primero románico y posteriormente barroco, se edificó en el siglo XVII. En el interior sobresale la pila bautismal de grandes proporciones y de gran valor artístico y un retablo mayor de grandes proporciones.
Como decía al inicio, Rapariegos es un pueblo afortunado y, de ello, pueden presumir generaciones pasadas, presentes y futuras. Toda una suerte.
Grande mi pueblo. Viva Rapariegos!!!