Si Don Quijote de la Mancha hubiera pasado sus aventuras por las llanuras cerealistas de Tierra de Campos, quizás no se habría imaginado a los molinos como gigantes, sino a las inmensas torres mudéjares que se reparten por los muchos pueblos de esta comarca castellano y leonesa. Una de las más altas e imponentes es “El Faro de Campos”, como se conoce popularmente a la torre/campanario de la iglesia de San Pelayo de Villavicencio de los Caballeros en la provincia de Valladolid.
Sus 28 metros de altura de ladrillo y sus 48 ventanas repartidas en diferentes pisos escalonados son un regalo espectacular, producto del esplendor de estas tierras en los siglos XIV y XV. Una iglesia, que al mismo tiempo permite ver el caso contrario: la decadencia, cuando a principios del siglo XX cedió ante la falta de un necesitado mantenimiento, convirtiéndose en una ruina.
Una época, el siglo pasado, donde las necesidades de la población eran otras, y que por desgracia impidieron arreglar unas goteras en el templo que fueron a más hasta su derrumbe parcial. Más tarde llegó el expolio, hasta llegar al presente, donde solo quedan unos pocos muros y la magnífica torre recientemente consolidada, que muestra orgullosa y a lo lejos el camino hacia el pueblo que la levantó.
Qué más ver de Villavicencio de los Caballeros
Esta zona de la Tierra de Campos fue lugar fronterizo codiciado por los reinos de Castilla y de León en sus constantes contiendas y refriegas. Muestra de ello, es que la iglesia de San Pelayo fue levantada sobre un antiguo Palacio–Fortaleza de los siglos XI y XII. Más tarde el pueblo prosperó consiguiendo fueros propios y engrosando su Patrimonio Cultural que ha llegado hasta nuestros días.
Uno de los atractivos más llamativos por la exquisitez de su fábrica, es el retablo mayor de la iglesia de Santa María, dedicado a la Asunción de la Virgen. Su estilo responde a las pautas del manierismo romanista que emanó de la catedral de Astorga. Una verdadera joya que fue restaurada en el año 2004, y que hace apreciar aún más a esta localidad terracampina, que pese a su pequeño tamaño actual -poco más de 200 habitantes- atesora un patrimonio muy grande.
Una de las tablas del Retablo, la de la Adoración de los Reyes, ilustró los décimos del Sorteo de “El Niño” del año 2014.
También digna de visitar es la iglesia de San Pedro, que conserva una resultona torre gótica de tres cuerpos de ladrillo. El templo por desgracia arrastra graves problemas en su estructura al carecer de cimentación.
Villavicencio, el principio de una comarca llena de arte
Ya saliendo de Villavicencio, podemos disfrutar de otros lugares de gran atractivo, como Ceinos de Campos, que creció al amparo de la una de las abadías más importantes de la Orden de los Templarios, llamada Santa María del Temple. De ella no se conserva nada, salvo una arquería románica recientemente trasladada al pueblo tras estar expuesta en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid durante años.
Pero pese a esta gran pérdida, Ceinos de Campos también cuenta con una iglesia, la de Santiago Apóstol, que atesora en su interior un artesonado mudéjar restaurado de gran valor artístico. Una distinguida cubierta de madera que también comparten otros templos de la Tierra de Campos vallisoletana, como la iglesia de San Justo y Pastor de Cuenca de Campos, o la de San Andrés en Aguilar de Campos.
Todo ello sumado, conforma sin duda una ruta bastante completa, y que permite entender en profundidad la idiosincrasia de una comarca a veces tan incomprendida y menospreciada, que más allá de sus extensos y modestos campos, comprende tan soberbia muestra de cultura y arte que hace la boca agua a quién la descubre de verdad.
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