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Foto del escritorDaniel González

Entre la historia y el vino emerge Cigales

El vino, uno de los símbolos de la provincia de Valladolid, una marca que gira por todo el mundo y que cuenta con un gran prestigio para los entendidos de esta antigua y humilde bebida. Tres grandes denominaciones de origen posee la provincia y no muy lejos de la capital nos encontramos con la denominación de origen Cigales, conocida nacional e internacionalmente por sus vinos rosados y claretes.


Iglesia de Santiago de Cigales

Nos situamos en el corazón de esta comarca de vinos, Cigales. Pueblo histórico que ha visto crecer año a año las vides desde que lo romanos trajeron esta querida plantación a sus tierras en el siglo II después de Cristo. Sin embargo, no se conoce documentación de la Villa de Cigales hasta el siglo XII. A partir de entonces, grandes acontecimientos históricos tuvieron lugar en sus calles: reconciliaciones reales con Pedro I el Cruel, revoluciones comuneras y napoleónicas y  el nacimiento de Ana de Austria, Reina de España, cuarta esposa de Felipe II y sobrina del mismo.


Toda historia deja su huella allá por donde pasa. Una de esas huellas es la Iglesia Catedralicia de Santiago, cuyas torres se alzan imponentes por encima de los tejados y chimeneas de las casas y que marcan el centro y alma del municipio. Torres y monumental iglesia que podrían recordarnos a la Catedral de Valladolid, pues ambas destacan por su color blanco de piedra caliza y por su estilo austero, típico del arte herreriano. Las grandes dimensiones de esta iglesia la hacen destacar por encima de cualquier otra edificación de Cigales. Pero lo que tienen de austero por fuera, no lo tiene por dentro, donde nos encontramos con varios retablos barrocos. Destaca por encima de todos el retablo de la Capilla Mayor  por sus dimensiones, iconografía y calidad artística.


Iglesia de Santiago de Cigales
Portada de la Iglesia de Santiago

Cigales, Cuna del Clarete


Guiados por el sentido del gusto y del olfato tropezamos por las múltiples bodegas y viñedos del municipio, que pintan las aceras de ese color tinto y rosado y que convierten a Cigales en “la Cuna del Clarete”. Ese juego de chimeneas que emergen como pequeñas torres de la tierra, esas inmensas y arquitectónicas bodegas museo y las numerosas filas de vides que se siguen firmes y disciplinadas como huestes, crean el ambiente perfecto de una villa del vino.


Se puede decir que pese a la cercanía con la capital vallisoletana, Cigales aún mantiene esa esencia de un pueblo. Ha sabido crecer en población y tamaño, sin hacer daño a esas huellas del pasado, una perfecta mezcla de ciudad y pueblo a tan solo 17 kilómetros de Valladolid.


Chimeneas de las bodegas de Cigales
Chimeneas de las bodegas de Cigales, también llamadas humeros

La importancia de apreciar lo que se tiene


El equipo de “Valladolid, de pueblo en pueblo” tuvo la suerte de vivir un atardecer en la villa de Cigales y damos las gracias por ello, pues el sentido de la vista pocas veces nos hace regalos como estos, aquellos que nos hacen sentirnos vivos y felices y olvidarnos de todo aquello que nos preocupa.


Regalos como un atardecer nos invitan a disfrutar de lo que nos rodea con un mayor sentimiento y emoción. Son esos momentos los que congelan el tiempo y los que hacen relucir por encima de cualquier ciudad o metrópoli la belleza del ambiente rural. Encontrar el momento adecuado hace de esa escena y lugar una marca propia inolvidable. Lo triste, es que se termina acabando. Desaparece y volvemos a despertar del sueño.


Soñamos por una Castilla que brille por sí sola, que no necesite de un atardecer para congelar el tiempo. Todavía existen esos momentos de brillantes atardeceres. ¿Pero cuánto durarán? Todo lugar necesita de una bombilla, de una luz que lo haga brillar. Castilla atardece, en nuestras manos esta darle un nuevo amanecer.




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