Distinguido con el título Conjunto Monumental e Histórico Artístico de España y centro neurálgico de una de las zonas de vinos blancos más importantes del país, este municipio vallisoletano se sitúa a 40 kilómetros de la capital, dentro de Tierra del Vino.
Hablar de Rueda es, sin duda, sinónimo de hablar de uno de los mejores vinos de España. Tanto es así que, a día de hoy, sus más de 20 bodegas, crean alrededor de 600 empleos directos en el municipio. Además, es uno de los pueblos vallisoletanos que más vino exporta, pero a su vez, menos importa. Pero, a pesar de que el nombre de Rueda aparezca en la mayoría de las ocasiones ligado a su buen vino, esta villa cuenta con una larga historia digna de mencionar.
Su origen data de la época romana, en torno a los años 380-420. En una crónica durante el reinado de Don Pelayo (siglo VIII), ya es mencionada bajo el nombre de Roda. Tras numerosos desencuentros con los linajes de Medina del Campo, entra a figurar bajo su jurisdicción desde 1349, pero conservado sus privilegios por pertenecer al reino. Tres siglos después, Rueda ya muestra una gran evolución gracias a la bonanza económica surgida de la fiebre del vino, hasta que a finales del siglo XIX, entra la filoxera en Valladolid y ataca fuertemente al viñedo. Aun así, el municipio logra sobreponerse a este hecho, además de la ocupación francesa durante la Guerra de la Independencia y de un espantoso incendio que arrasó la villa en 1896.
Actualmente, sus más de 1300 habitantes pueden disfrutar a diario de todos sus monumentos, entre los que destaca, indudablemente, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Esta se encuentra en medio de la carretera que divide el pueblo y llama la atención por su impresionante fachada. Restaurada recientemente de manera integral, constituye uno de los mejores ejemplos de estilo barroco en la provincia de Valladolid, lo que le llevó a ser declarada Bien de Interés Cultural en 2013.
La Iglesia, además, cuenta con un interior espectacular, ya que el blanco de su arquitectura convierte al templo en una muestra única en toda la provincia. Con planta de cruz latina y tres naves, reúne en su interior decoraciones muy valiosas, conformadas por motivos vegetales que se reparten por bóvedas y cornisas. También es digna de admirar su sacristía de veinte metros de largo, que guarda diversas imágenes de gran valor, así como la cajonera de madera o una colección de platería.
En la misma carretera se encuentra la Ermita del Cristo de las Batallas. Construida en el año 1734, cuenta con un cúmulo de historias y leyendas sobre su edificación. Pero lo único que se conoce a ciencia cierta es que se construyó con el dinero recibido por la venta de vino que los rodenses donaban antes de ir a la guerra. Por eso y por su forma octogonal, se le denomina popularmente “Cristo de la Cuba” y presenta un estilo barroco, con una cúpula de yeserías estrelladas. También destaca por guardar en su interior un retablo barroco con un Cristo Crucificado del siglo XVII y un busto de la Dolorosa del XVIII.
Otro de los grandes atrayentes de Rueda se sitúa en sus fiestas. Entre ellas destacan las patronales, celebradas a mediados de agosto, y la Fiesta de la Vendimia. Esta última tiene lugar en el municipio desde los años 90 y coincide con el final de la recolección, que suele ser a finales de septiembre o principios de octubre. Tal es su importancia que se declaró Fiesta de Interés Turístico Regional en 2012. En ella las diferentes bodegas de Rueda exponen sus vinos en la Plaza Mayor de forma gratuita y se elabora el primer mosto de la temporada. Todo esto unido a una gran paellada gratuita el domingo, que todos los años congrega a más de 4000 personas.
Vino y cultura. Razones de peso para visitar este famoso municipio vallisoletano, que además de contar un vino excelente reconocido mundialmente, contiene una serie de atractivos imperdibles para cualquier amante del turismo rural.