“Qué descansada vida, la del que se aleja del mundanal ruido y sigue la escondida senda de los pocos sabios que el mundo han sido”…decía Fray Luis de León.
Me vino al pensamiento esta cita mientras paseaba por “ La Senda de los Pescadores”, un lugar que muchos senderistas conocen en el término municipal de Cuéllar, a escasos veinte Kilómetros del límite con la provincia de Valladolid.

Allí el río Cega se enreda juguetón entre una vegetación frondosa que deja discurrir su agua a ratos con prisa, otras en cambio con más calma, pero en otoño ese discurrir por la senda por la que el propio curso del río se va abriendo camino, se convierte en toda una explosión de sensaciones donde el ruido no existe, únicamente susurros de una naturaleza que con cada paso te envuelve en una atmósfera de quietud.

En “ La Senda de los Pescadores”, todos esos contrastes otoñales son plenamente visibles. El paisaje que vas viendo mientras caminas es una maravillosa paleta de colores con infinidad de matices; verdes musgo, amarillos dorados de hojas, tostados y verdosos de líquenes incrustados en la corteza de los árboles, ocres salpicados con frutos rojos y negros, verdes intensos de hojas perennes…porque, esa es precisamente la maravillosa fusión que ofrece el otoño y con más viveza en este lugar; la lenta desnudez

Tal vez lo que cabe reseñar de ciertos lugares como” La Senda de los Pescadores” es que allí donde el agua discurre, la vegetación es agradecida y generosa hasta el punto de facilitar al caminante respetuoso con ella accesos a rincones verdaderamente sugerentes.
En los diferentes tramos del recorrido por donde serpentea El Cega, hay árboles alzados hasta el mismísimo cielo majestuosos y a merced de la brisa que cimbrea sus ramas y hojas mientras que otros aparecen tumbados o caídos como si quisieran formar un puente hacía la otra orilla. Son tal vez los más vapuleados por la caprichosa naturaleza cuando arremete con sus riadas, sin embargo también son los que ofrecen más juego pues con su desafío al agua y a la tierra de la que cual a duras penas se asientan sus raíces, forman diques en los que se puede observar cómo las hojas flotan sin corriente, únicamente movidas por la inercia de un agua medio estancada. De igual manera puedes ver reflejos muy sugerentes en el agua, visiones ópticas que aparecen como un paisaje bidimensional.
En cualquier caso, “ La senda de los Pescadores” es un escenario otoñal muy sugerente para esos momentos de contemplación, de descansada vida que decía Fray Luis de León. El resto lo tenemos que poner nosotros como caminantes abriendo nuestros sentidos a cuanto la naturaleza más vivaz e infinita nos ofrece cuando se funde lo perenne con lo caduco para caer en letargo y luego…volver a renacer.
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