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  • Foto del escritorPilar Martínez

Las ruinas de Castilla y León

Ruinas ¡Hay tantas! ¿Qué no? pues sí, créanme. Haber las hay, y se ven a cada paso, no como las meigas gallegas, que aseguran que existen pero no se ven.


Monasterio de la Armedilla en Cogeces del Monte
Ruinas del Monasterio de la Armedilla en Cogeces del Monte (Valladolid)

Algunos no nos hemos ido de vacaciones a la península de Yucatán o a Punta Cana, muy de moda entre esos turistas un millón novecientos noventa y nueve de nueva ola. Tampoco a Roma, donde se conserva regio y emblemático el Coliseo, icono de la Roma Imperial, ni a Atenas, donde se encuentra su Acrópolis y el Partenón, monumento que para Plutarco pareciera que tuviera siempre un soplo vivo y un alma inaccesible a la vejez.


Algunos, este verano hemos hecho eso que tanto y tan bien nos recomendaba años atrás la campaña de la Junta de Castilla y León. Hemos vivido Castilla y León, porque vivirla efectivamente, es descubrirla es… ¿Cómo lo diría?… Sentirla, hacerla tuya pero también, cogerte tremendos cabreos

¿Qué les parecería a ustedes si, pongamos como ejemplo, en el monasterio de Monserrat, vieran en algún espacio interior de su construcción, un rebaño de ovejas pastando o estabuladas en uno de sus patios balando a coro y no precisamente en gregoriano? ¿Qué pensarían si, pongamos como ejemplo, en el Coliseo romano o entre las ruinas griegas y el Partenón, vieran apilados fardos de paja como si fuera una panera o un granero, e incluso un tractor con su arado, afincado en medio?


No me lo digan; simplemente no se lo imaginan porque tales iconos turísticos, representativos y muy valorados, están bien catalogados y gozan del celo que se debe tener con aquello especial, identificativo, del rigor histórico, monumental y todos los adjetivos calificativos y sensacionales que se quieran añadir, y por supuesto, unas ovejas o unos fardos de paja, y no digamos un tractor, no encajan en marcos tan incomparables


Convento de Los Valles en Torresandino en Burgos
Convento de Los Valles en Torresandino (Burgos)

Pues bien, aquí, en esta tierra nuestra y mucho antes que nuestra, de nuestros antepasados castellanos y leoneses, con su historia, sus arquitecturas y sus monumentos, no solo llenamos conventos y monasterios de ganado y paja, tractores y demás aperos agrícolas, además dejamos caer monumentos con el abandono propio de quien le da igual lo que tiene, o mejor dicho, de quien no lo da valor.


Ejemplos, desgraciadamente nos sobran. En mis incursiones veraniegas por parajes castellanos leoneses, pude dar fe de unos cuantos: el convento de Los Valles muy cerca de Torresandino, en el límite entre la provincia de Valladolid y Burgos. Fue el primer tropiezo. No solo los muros centenarios estaban derrumbados, las ovejas de algún pastor de la zona tenían allí su establo. Algunas pastaban las briznas que asomaban entre las oquedades de las piedras amontonadas. Otras permanecían detrás de una talanquera, quietas, balando de vez en cuando. Una pena de lugar y un destino muy  poco glorioso para unos muros de piedras centenarias


Monasterio de San Pedro de Arlanza cerca de Covarrubias
Monasterio de San Pedro de Arlanza cerca de Covarrubias

El monasterio de San Pedro de Arlanza, cerca de Covarrubias, afortunadamente en rehabilitación y visitable, fue algo menos decepcionante aunque, una vez más es visible el poco cuidado que en décadas pasadas se ha tenido con este tipo de edificaciones. Este monasterio, esta tan herido que muchas de sus estancias son irrecuperables.


Pero no solo, lo que he dado en llamar ruinas de Castilla y León sin ningún tipo de ambages, afectan a los espacios conventuales y monacales. Iglesias y templos se mantienen a duras penas como esqueletos de lo que en otro tiempo fueron en muchos de nuestros pueblos, por no hablar de esos molinos que existían a las afueras de algunos pueblos como Valoria la Buena, donde aún pueden verse la maquinaria oxidada a merced del derrumbe de la techumbre que, no tardando se desplomará completamente si nadie lo remedia. O como en Villovela de Esgueva, donde los muros sombríos de la casa del molinero, guardan en el olvido y el desuso las muelas que en otros tiempos molieron el grano de los campos. O en Alba de Cerrato, donde la estampa es similar salvo por esa mezcla de vegetación y ruina que paradójicamente, le dota del encanto que muchos rincones, aun en su precariedad, se empeñan en conservar.


Monasterio de Nuestra Señora de Aniago en Villanueva de Duero
Monasterio de Nuestra Señora de Aniago en Villanueva de Duero (Valladolid)

En esta tierra, donde tanto patrimonio nos han expoliado y tanto hemos dejado arruinar, si levantaran la cabeza, aquellos que siglos atrás construyeron aquellos monasterios, iglesias, castillos, molinos y palacios que hoy se erigen a duras penas ruinosos en llanuras y valles de esta pretérita Castilla y León, vencidos sin duda una vez más por la desidia que anida en la ignorancia, es más que probable que nos llamaran imbéciles y, a saber si no nos tirarían esas piedras que se amontonan entre tanta ruina a la cabeza por entregar, tan malamente al paso del tiempo y al expolio, tanto esfuerzo, ingenio, pero sobre todo tanto de sí mismos que quisieron dejar como legado.


Y no por orgullo, no nos confundamos. Al hombre y mujer castellano, por suerte o por desgracia, nunca le ha definido el orgullo. Le ha definido, la sobriedad, el estilo práctico y la simbiosis con la dureza de la tierra castellana. Ese legado, tiene que ver con la identidad. Conocerla, y sobre todo conservarla, es la única condición que posiblemente le pusieron, quienes levantaron lo que ahora son muchas de las ruinas de Castilla y León, a la tierra y a su futuro a las futuras generaciones que hoy, sin embargo, les importa un comino, a las que les da igual que se llevan piedras o se caigan muros de hace siglos y que sirvan de establo al ganado o de meros pajares, porque en primer lugar, las desconocen, y en segundo lugar, no hay siquiera interés por descubrirlas ¿Cómo pedir entonces que se conserven o se rehabiliten?


 Rehabilitación monasterios de San Pelayo en Cevico Navero
Rehabilitación monasterios de San Pelayo en Cevico Navero por el grupo empresarial Siro (Palencia)

No obstante, y perdonen mi arrebato, nuestra necedad llega aún más lejos. Se han parado a pensar ¿Cuántas viejas construcciones como monasterios, abadías, palacios, molinos, han sido oteadas avariciosamente por capitales caprichosos (algunos extranjeros) y levantada para uso exclusivo y de lujo? ¿Cuántas compradas por cuatro duros y rehabilitadas a lo rústico, tan de moda, para luego colocarlas el distintivo de alojamiento rural y cobrarnos un riñón por un fin de semana?


Muchas, tantas como ruinas sembradas entre campos de cereal o maltrechas en colinas. Pero esas ruinas rehabilitadas sí que nos interesan. Pagamos por ellas porque, claro, es encantador rodearse del sabor rural con todas las comodidades. Si a pocos pasos, hay un castillo ruinoso que apenas conserva una torre o una desdentada muralla, una iglesia mudéjar o románica desplomándose piedra a piedra, sin que nadie trate de recuperarlo o frenarlo, ¡qué más da! No es culpa nuestra. Que no lo hubieran dejado caer los del pueblo, pensaremos tan cómodamente y al amor de la lumbre de la chimenea rústica.


Ruinas del complejo Monástico de Aniago
Ruinas del complejo Monástico de Aniago

Si, ya sé. Ustedes me dirán que al menos, gracias a esa política de rehabilitación, se han recuperado muchos muros y tejados del abandono y que, Castilla y León, ha aprovechado ese tirón para ofrecer un turismo de interior atractivo. No lo dudo e incluso aplaudo esa política porque es un valor en alza que debemos procurar mantener ante ese futuro incierto que se vislumbra en nuestros campos, pero no es menos cierto que aquello que un pueblo ha tenido y ha sido, aquello que aún tiene y es, debe conservarlo, rehabilitarlo, poseerlo en definitiva, primeramente en aras de su identidad y de su propia historia. Después, para todo lo demás; turístico, temático, de recreo, de relax, museístico, monumental…. Igual que en Montserrat en Roma, Grecia y si me apuran hasta en la China.


Tenemos mucho, mucho que levantar de sus ruinas en esta tierra. Y más nos vale que espabilemos y que seamos nosotros mismos, castellanos y leoneses, quienes pongamos de nuevo en pie lo que tenemos para redescubrir lo que somos, lo que nos han dejado en herencia o de lo contrario, quién sabe si a nuestra casa otros vendrán, y como bien dice el dicho, nos echarán.


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