Una semana al año nuestra provincia se convierte en el centro de las miradas, cada día de la semana representa un pedazo del hermoso patrimonio religioso con el que contamos. La Semana santa, independientemente de las creencia de cada uno, se transforma en una exposición de arte, un museo de calle, que expone un sentimiento y un valor único en el mundo.
Cada municipio presenta su cartel en el que intenta resumir su Semana Santa, orgullosos de lo que tienen y haciendo honor a su nombre. La dificultad de poder expresar en un papel “todo” hace que se avive el ingenio. Medina del Campo apuesta por mostrar su emblema que tanto cuesta conseguir “declarada de interés turístico internacional” acompañada por la talla de la borriquilla y la Colegiata de San Antolín de fondo. Valladolid apuesta por un dibujo con la monumental Iglesia de San benito detrás y con un eslogan muy rotundo “Pura maravilla de arte”. Al contrario que los anteriores Medina de Rioseco gana en sobriedad y penumbra, haciendo galardón del carácter de su Semana Santa.
¡Esto es la Semana Santa Vallisoletana!
1. El silencio, una de las marcas reconocibles de la semana santa provincial, es quizás la diferencia más distinguible en comparación con otras procesiones nacionales. Propio del carácter castellano, es nuestra forma de expresar nuestra admiración y nuestro respeto a una tradición que forma parte de nuestro ADN. Esa sinfonía silenciosa, al mismo tiempo que se escuchan los lentos pasos de los cofrades y tallas, acompañadas por las imprescindibles bandas musicales construye un sonido de penumbra, consiguiendo expresar añoranza y pena.
2. Contamos en algo más de 8000 km² con tres semanas santas de “interés turístico internacional”, Valladolid, Medina de Rioseco y Medina del Campo. Cada una destaca por su imaginería procesional y sus tradiciones. También gozamos de una de interés turístico nacional, Peñafiel con la bajada del Ángel, y otra regional, Tordesillas. También son dignas de mención la Semana Santa de Cuenca de Campos, Nava del Rey, Alaejos, Villanueva de Duero, Villavicencio de los Caballeros y Olmedo.
3. Las valiosas esculturas que emanan de grandes artistas reconocidos como Gregorio Fernández, Francisco del Rincón, Juan de Juni o Tomás de la Sierra. Unos conjuntos escultóricos que no necesitan decorados, porque por sí solos describen escenas emotivas, gestos y expresiones sobrias y exquisitas que provocan una sensación de movimiento y realidad. De tal forma que se introduce en tu interior llegando a sentir una empatía irracional, que seas creyente o no es indiscutible.
4. En general podemos decir que la mayoría de los municipios cuenta con “su Semana Santa propia” y de un alto valor para sus vecinos y devotos, que heredan su cariño y fervor de generación en generación. Todas alzan un emblema, una marca indistinguible que resalta nuestra cultura una vez al año. Y que sorprende y emociona siempre que el tiempo lo permita, a miles de turistas y curiosos que se acercan a la provincia para disfrutar de una tradición centenaria.
Durante las próximas semanas intentaremos demostrar el valor de la semana grande de la provincia de Valladolid. Silencio, fervor, sobriedad, arte, tradición y emoción.
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